lunes, 16 de julio de 2012

Cuidado con la verdad


Me miras en un intento de entenderme,
Y puedo ver reflejada en tus pupilas la honestidad de tu tentativa;
En un afán de complacerte
Busco respuestas a cuestionamientos profundos
Y sin más remedio, me despliego con el alma abierta ante tus párpados
Con la esperanza de que ceses aquel ejercicio
Y vengas a llenarme la frente con besos.
 
Sin embargo, insistes,
Me acosas, te aferras a tratar de comprenderme,
Te frustras y terminas sacándome una verdad…

La necesito, verás,
Necesito la adrenalina como quien necesita respirar,
Me hace ansias cometer estupideces y obedecer a mis impulsos;
Simplemente la exijo porque es mi recordatorio de que existo,
De que vivo, de que siento;
Un memorándum de que aquel vacío que se siente adentro
Es solo el refugio de aquellas hormonas,
Una nota escrita para mis adentros
Sobre remordimientos, experiencias,  contradicciones;
Y si por consentirte tuviera que renunciar a ella,
Convirtiéndome en otra, una versión mía más apagada
Entonces sería mejor que me declararas muerta
Y comiences a buscarte un nuevo amor. 

domingo, 15 de julio de 2012

Fin de día (14.06.11)



Glóbulos oculares rojos. Irritados por el calor de luces de autos extraños. Horrorizados por el reflejo de ventanas ajenas. Conscientes que todos terminamos siendo almas indiferentes.

Párpados pesados. Entrecerrados por el agotamiento. Por las ganas de sobrevivir. Por el olvido de disfrutar.

Pestañas sucias. Lagrimales inflados. Sustancias verdosas abundantes. Gérmenes y bacterias a la espera de cualquier oportunidad de cumplir su parasitario rol.

Mirada perdida. Mirada intrínseca. Clavada en el interior con apariencia de exterior. Perturbada por preguntas. Por vacíos. Por ausencias y nostalgias. Por la luna y sus 17 horas transcurridas bajo momentos demasiado fugaces como para ser percibidos por algo más que no sean nuestras pupilas. 

Hoy me acordé de ti



Quisiera poder volver a divisarte aunque fuese en una lejanía óptica, así podrías recordarme todo lo esencial que parezco haber olvidado. Sé que si mis párpados te notasen, me contagiarías con tu vitalidad de la que estoy ahora carente y al percibirte, no habría duda alguna que tus poemas me llenarían las sienes de imaginación, facilitándome la tarea de escapar de los días en los que no estás presente.  

lunes, 9 de julio de 2012

Terruño

Dime hermano,
¿Cuántas veces lloras
En la penumbra de tu almohada mensualmente?
No tengas miedo de confesar tus escarmientos
Que la humanidad de nuestros caminos
Sabrá asesinarlos dócilmente.

Dime hermano,
¿Cuánto sufres cuando
Un nuevo día se levanta en esta inmensa desesperanza?
Cuéntame a detalle toda tu agonía,
Deja que por unos instantes
Yo cargue aquello que te aplasta las sienes.
 
Verás, me siento culpable hermano,
Tu allá lleno de dolor,
Con la cabeza baja y avergonzada,
Cargada de remordimientos,
De sentencias atrasadas, de muertos, de cadáveres gélidos;
Y yo acá, tan cerca y perpetua,
Escribiendo sobre tu pena,
Con el espíritu sobresaltado pero con el cuerpo tranquilo,
Con el alma destrozada por tus sollozos,
Y sin embargo… sin hacer nada…
Pensando, preguntándome nuevamente,
¿Cómo me puedo atrever a llamarte hermano?

A pesar de mi conciencia, insisto,
Te pido que te manifiestes y reveles; dime, 
Dime cómo te va tratando la vida
Quizás el dolor nos vuelva más cercanos, más hermanos.

Caballeros

Es durante toda una vida que la naturaleza demuestra su proyección más perfecta, con el sol sobre los cabellos me magnetiza ver sus ejemplos desfilar uno tras otro y sus paradigmas de humanidad acaban todo el tiempo en sentimientos de satisfacción.

Los hay con escasez de ingenio pero con belleza en las retinas, con curiosidad infatigable y falta de porte, algunos ofrecen misterio en las venas y generan altas expectativas y otros se limitan a balbucir fantasías inexistentes. Se encuentran a la disposición de los apasionados, de los desinteresados y existencialistas, y a pesar de que las mujeres somos el objetivo recurrente, suelen terminar embelesando a machos, pesimistas, inapetentes, fugitivos y burócratas. 
Los hay irresistibles e incoherentes, placenteros a la vista, al sabor, al olfato, y al tacto; la variedad de sus formas responde a las exigencias más altas, basta solo con engañar a la lógica al responder una sonrisa, es más que suficiente poner atención a sus tácticas de conquista y dejarse llevar por el frenesí.

La naturaleza  demuestra su sabiduría en cualquiera de las estaciones, deleita el alma con muchachos al alzar la vista, alegra el camino con hombres que encantan con su imperfección, hace deseable a todos y a cada uno, haciendo irrefutable la intención de su subsistencia.  

domingo, 8 de julio de 2012

Resaca Emocional

Lamento no llegar a ser todo lo que te mereces,
Que mi semblante sea el inconsciente del caos de mis órganos
Y que mi menudencia no te de abasto.

Lamento no ser lo suficientemente buena,
Adecuada o precisa para cada una de tus necesidades:
Que la torpeza de mi caminar te avergüence,
Que la imperfección de mis extremidades te disgusten,
Que el desorden de mis cabellos te abrumen
Que mis emociones sean tan inestables
Y que la confusión se vea constantemente reflejada en mi mirada.

Lamento equivocarme con tanta frecuencia,
Lamento dejarme llevar por el pesimismo con facilidad,
Lamento no poderme confesar ante tus pupilas de esta forma tan transparente,
Lamento no ser razonable y comprensible,
Lamento no ser constante ni dependiente.

Y a pesar de tantos arrepentimientos,
Hoy,
Justamente en esta noche llena de rectificaciones,
Lamento no poder ser ella sin dejar de ser yo,
Y que la honestidad de mis palabras nocturnas
Se impacten con la sensibilidad de tus sentidos mal informados.

Lugar estacionario

Siento que pican las raíces de mis sueños en toda la cabeza. Me piden brotar cuál cabellos frondosos y omnipotentes en los cielos de mis sienes, quieren contemplar allá en lo alto todo lo que la bajeza de mi obligo no puede.

La vida se me va pasando de a pocos, hace tanto tiempo que no la siento palparme la piel con la misma intensidad que solía. Mis pupilas han perdido su capacidad para en maravillarse y a pesar que veo la belleza, ésta parece nunca poder encontrarme.

Ya van siendo 22 años que traigo equipaje nómade y vengo comportándome cuál mendigo. Ya es demasiado tiempo que me sumo a huidas espontáneas y negaciones en secuencia. Todo resulta obvio al cabo de tanto tiempo: creo que ya es hora de plantarme en este suelo que hace que todo duela menos.

El mundo y sus hombres


Sedúzcanme con su impertinencia durante una tarde de verano
Dejen que prevalezcan sus instintos más primitivos bajo el día,
Que el calor de sus cuerpos
Y la calentura de mis pensamientos se me tueste en la piel,
Tinturándome las cejas y las extremidades con la negrura de lo prohibido.

Con una oscura cinta sobre el pecho,
Ciéguenme la moralidad del alma;
Las risas correrán libres e incautas,
Los buenos momentos permanecerán indiferentes a cualquier razonamiento;
Que durante este ejercicio
Se me entrene la vista a lo apreciable únicamente por los ojos,
Que pueda solo captar sus formas superfluas, el contorno de sus figuras,
La picardía de sus miradas y la incitación en sus sonrisas;
Que mi panorama esté infestado por nadie más que ustedes, bellos muchachos,
Y que su hombría se vea afectada por la franqueza del hoy. 

Seamos por esta temporada lo que deberíamos ser eternamente,
La juventud será la excusa perfecta,
Aferrémonos a la espontaneidad de nuestro iluso espíritu,
Dejen que nuestras convicciones se fortalezcan con el optimismo de febrero,
Se mojen con los carnavales y sus pinturas,
Sucumbiendo al breve amorío entre un hombre y una mujer.

Disgusto


No me gusta cuando llueve,
cuando este clima me ofrece
cántaros de lamentos químicamente transformados
en líquido vital;
aquellos fragmentos transparentes
que caen de alturas libres
se me cuelan por la epidermis,
se me acumulan en las espaldas
y me ahogan.

Me saturan los chorros de átomos y moléculas

en una ráfaga invernal de una ciudad
a la que le soy indiferente,
en la cual mi ficticia desaparición
no haría subir la temperatura.

No me gusta cuando llueve

porque así como se empañan las ventanas
durante aquél fenómeno,
así también se humedece
toda mi existencia,
haciendo que el temor ante un naufragio
sea omnipresente.

Se me remueven las entrañas
al sentir que julio me cachetea el rostro y
me fuerza a reajustar mis horizontes,
a apretar mi mirada para no dejar pasar
ninguna luminosidad.
Y será quizás porque en estas épocas,
no siento la calidez de los cielos,
ni la libertad entrelazárseme por los pies
ni las ganas de andar alucinando con las nubes.
No me gusta cuando llueve
porque todo parece exagerado:
la frialdad es más helada,
la humedad más hostigante,
los vientos más cortantes
y los pasos más inciertos.