miércoles, 3 de octubre de 2012

Permanecer no es lo mismo que estar



Estoy tan ausente como lo están las nubes en el verano. Ando distante de la realidad y perdida en tiempo, espacio, dimensión y profundidad. Vivo sin darme cuenta que estamos miércoles, que es de noche y ya llegó Octubre una vez más. Vivo sin tomar conciencia de lo que he hecho ni de lo que debería tener planeado hacer.
 
Estoy sobrellevando mi existencia de a pocos, los días los voy tomando uno a uno, con cierta dificultad en ocasiones pero a mi paso, a mi ritmo peculiar. Crecer se va volviendo cada vez más angustiante, sé es más trabajoso estar satisfecho, se vuelven más exigentes el ama, el cuerpo y la rutina.
 
Estoy haciendo todo lo posible por seguir andando, por caminar de aqui a allá, por sentir, por experimentar, por olvidar, por perdonar, por permanecer... Y sin embargo siempre queda la pregunta, ¿estoy?

lunes, 1 de octubre de 2012

Octubre (de "La Brutalidad De Los Hechos")

Octubre
Hay algo extremadamente melancólico que crece cada año, mis cabellos y mis extremidades parecen sentirlo también… Intentan expandirse con rapidez en el fallido intento de abarcar aquel sentimiento que me atiborra las arterias en el mes de Octubre.
 
Son los días y mañanas llenas de realidades ignoradas en mi niñez, es la pesadez de mis acciones y las consecuencias de mis impulsos; es la vida que se me va escapando de las pestañas mostrándome mi redundante y olvidable humana condición.
 
La simplicidad de los hechos parece haberse desvanecido, la belleza toma otro concepto y todo se va revolviendo en un remolino de vientos de primavera. Y es esa corriente, la cual después de recorrer los pensamientos más oscuros y las ideas más brillantes, llega un 17 a narrarme existencias más impresionantes que la mía… Son millones los cabellos más extensos que los míos, que parecen enloquecerse bajo su poder, son millares los suspiros mas afligidos que sus potentes ráfagas ocasionan, son cientos los cuerpos que obliga a calentarse y numerosos todavía a los que fuerza a petrificarse en el frio de sus conciencias, en la frialdez de sus lamentos.