domingo, 8 de julio de 2012

El mundo y sus hombres


Sedúzcanme con su impertinencia durante una tarde de verano
Dejen que prevalezcan sus instintos más primitivos bajo el día,
Que el calor de sus cuerpos
Y la calentura de mis pensamientos se me tueste en la piel,
Tinturándome las cejas y las extremidades con la negrura de lo prohibido.

Con una oscura cinta sobre el pecho,
Ciéguenme la moralidad del alma;
Las risas correrán libres e incautas,
Los buenos momentos permanecerán indiferentes a cualquier razonamiento;
Que durante este ejercicio
Se me entrene la vista a lo apreciable únicamente por los ojos,
Que pueda solo captar sus formas superfluas, el contorno de sus figuras,
La picardía de sus miradas y la incitación en sus sonrisas;
Que mi panorama esté infestado por nadie más que ustedes, bellos muchachos,
Y que su hombría se vea afectada por la franqueza del hoy. 

Seamos por esta temporada lo que deberíamos ser eternamente,
La juventud será la excusa perfecta,
Aferrémonos a la espontaneidad de nuestro iluso espíritu,
Dejen que nuestras convicciones se fortalezcan con el optimismo de febrero,
Se mojen con los carnavales y sus pinturas,
Sucumbiendo al breve amorío entre un hombre y una mujer.

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